EL MECENAS DE LA CULTURA NAVARRA

Fallece el mecenas del arte navarro, Juan de Huarte fallece a los 93 años el 7 de septiembre de 2018 en Madrid.



Nació en Pamplona el 11 de julio de 1925, fue una figura clave de la cultura navarra, mecenas del escultor Jorge Oteiza he impulsor de iniciativas como los Encuentros de Pamplona de 1974.



Los Encuentros de Pamplona (26 junio - 3 julio, 1972) constituyeron el punto de inflexión en el devenir artístico nacional en los últimos años del franquismo, además de señalar el fin simbólico de la etapa de dominio de la pintura informalista y la abstracción, asumida y utilizada por la política cultural oficial.




Los Encuentros surgieron como una iniciativa privada de apoyo a la creación musical contemporánea, patrocinada por la familia Huarte: la organización de un evento musical por parte del grupo Alea (Luis de Pablo y José Luis Alexanco), el proyecto enseguida adquiere dimensiones de un festival internacional en el que tienen cabida las nuevas manifestaciones artísticas, poéticas y cinematográficas. Además, se apuesta porque sean los propios artistas quienes lo idean y diseñen.






Esta exposición quiere reconocer a su lugar en la historia del arte español contemporáneo. Siguiendo la fórmula francesa del “arte en la calle”, la ciudad entera se transformó en un gran escenario, activando los espacios públicos y en laboratorio de ideas, donde más de trescientos cincuenta artistas -coordinados por el profesor Ignacio Gómez de Liaño- presentaron sus propuestas fuera de los cánones y de las instituciones que regulan la creación, buscando involucrar al espectador y viandante. A este respecto, logran especial protagonismo las cúpulas neumáticas del arquitecto José Miguel de Prada Pool, como espacio simbólico de reunión y acción artística.






Los Encuentros ponen de manifiesto la existencia de una regenerada vanguardia nacional que mantiene estrechos vínculos y comparte intereses estéticos y estilísticos con las nuevas corrientes internacionales (Fluxus, Situacionismo, videoarte, Arte de acción y happening), lo cual se advierte en la respuesta y presencia de artistas, músicos e intelectuales como: John Cage, David Tudor, Steve Reich, Silvano Bussotti, la bailarina Laura Dean o Dennis Openheim. En todos los participantes prima una actitud experimental, que por ejemplo se hace patente en las presentaciones de música concreta y electroacústica. Asimismo, se da una voluntad de “mestizaje abierto a la abolición de fronteras entre campos creativos y tradiciones culturales”, en palabras de Fernando Huici, comisario de la exposición junto con Fernando Francés. Así -como recuerda Alexanco- no sólo se pretende “hacer convivir a los sentidos”, sino también “mezclar la vanguardia con lo tradicional, lo plástico con lo sonoro” favoreciendo lo multicultural.


Ello se pone de manifiesto en: las danzas de Kathakali de Kerala; el trabajo del músico vietnamita Trân van Khê; los conciertos Zaj; la actuación de Diego el del Gastor, o la de los hermanos Arze con la autóctona txalaparta. Además, esta convivencia con lo heterogéneo toma cuerpo en la forma en la que la ciudad integra las distintas piezas de Isidoro Valcárcel Medina y el Espectador de Espectadores 1972, de Equipo Crónica.

En realidad, Juan Huarte trascendió los límites de Navarra. A lo largo de toda una vida de interés por el arte y la cultura, respaldó a creadores como el grupo Gaur , los pintores José Antonio Sistiaga y Pablo Palazuelo o el arquitecto pamplonés Francisco Javier Sáinz de Oiza. También impulsó la iniciativa X Films, para producir películas de autor.

Con todos estos artistas colaboró Juan Huarte, aunque cabe destacar el apoyo que dio a Luis de Pablos para crear el grupo Alea, “que revolucionó el mundo de la música de su tiempo”. Con el respaldo de la familia Huarte, fue precisamente el que se encargó de organizar en 1972 los Encuentros de Pamplona, aquel conjunto de actividades artísticas y vanguardistas que revolucionaron por unos días la ciudad, con la participación de casi 350 artistas plásticos, cineastas, músicos e intelectuales.


Aunque residió gran parte de su vida en Madrid, donde tuvo a sus cuatro hijos, Juan Huarte siempre estuvo ligado a Navarra. De hecho, fue durante trece años, el presidente de la Fundación Jorge Oteiza, y promovió la idea de construir el museo que hoy guarda las obras de su amigo escultor.


Juan Huarte fue el segundo hijo de Félix Huarte, empresario y figura clave en la expansión industrial de Navarra, y de Adriana Beaumont. La suya siempre fue una familia ligada a la economía y el arte. Así como dos de sus hermanos, Jesús y Felipe, destacaron sobre todo en el ámbito económico, Juan y su hermana pequeña lo hicieron en el mundo del arte. María Josefa fue de hecho una importante mecenas y legó su gran colección de arte al Museo Universidad de Navarra.

En una entrevista en Diario de Navarra en 1998, Juan Huarte aseguraba que la afición por la cultura le vino de su gusto por los libros de filosofía, que tuvo desde sus años de bachiller. “De la mano de los filósofos griegos aprendí yo que la belleza no es sólo un sentimiento sino un camino de perfección espiritual y personal”, decía. Sus primeros pasos profesionales, sin embargo, los dio al lado de su padre, como secretario en la empresa de construcción de su familia, a la vez que comenzaba a estudiar ciencias económicas. De hecho, siguió ligado al mundo empresarial y tuvo entre otros cargos el consejero delegado de Imenasa.

En todo caso, ya de joven comenzó a interesarse por el arte y a comprar piezas de artistas cuyos nombres todavía no eran muy conocidos. Fue así como conoció a Jorge Oteiza. Contaba que cuando paseaba un día por Madrid con su mujer, Charo Giménez Altolaguirre, vieron en el escaparate de un anticuario una figura abstracta maravillosa que les cautivó. “Entramos, lo compramos y nos dijeron que era de un tal Oteiza”.

Al cabo de un tiempo, el escultor vasco llamó a la puerta de la casa de Huarte para conocer al comprador de su obra. “Aquel fue mucho más que el encuentro con una personalidad genial: fue mi encuentro con todo un mundo enriquecedor, deslumbrante y fantástico que él me puso como un cesto de cerezas”. Huarte no solo compró esculturas a Oteiza. También le ayudó, proporcionándole un espacio y ayudantes, para que preparara las obras que llevó a la Bienal de Sao Paulo de 1957, donde el artista de Orio logró el premio extraordinario de escultura.

La amistad de Oteiza le acercó además a otras figuras clave de la cultura, como el arquitecto navarro Francisco Javier Sáenz de Oiza o Rafael Moneo, que entonces era su ayudante. En torno a Huarte se formó todo un grupo de vanguardia. En la que llamaban sala H de encuentros culturales, recordaba Huarte que “hubo discusiones apasionadas y emocionantes entre Oteiza, Ferreira (Carlos, escultor), Palazuelo, Marta Cárdenas (pintora), Luis de Pablo (compositor), Santiago Amón (escritor) o Juan Daniel Fullaondo, el arquitecto que dirigió la revista que sacamos, Nueva Forma, donde se publicó lo más vanguardista que producía la cultura española del momento”.








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